T.K. Chiba
8° Dan, Shihan
Presidente – Comité de Enseñanza de Birankai International

Atención, Aikidokas

Por T.K. Chiba


Nota del Editor: Este artículo apareció originalmente en la entrega de Otoño 1985 de Aikido Forum, una revista publicada por Victoria Aikikai a finales de los años 80. Agradecemos al Dr. Ishu Ishiyama, 6º Dan, el Editor de Aikido Forum, y el Jefe Instructor en Point Grey Aikikai por su permiso para reimprimirlo; y a Scott MacPhail, 5º Dan, Jefe Instructor de Victoria Aikido Centre, por su ayuda valiosa en obtenerlo y manejar las comunicaciones y la logística.
El arte marcial (budo) es verdaderamente algo que da miedo. Aunque yo no sepa sobre las actitudes que existen entre la mayoría de las personas (especialmente a la gente relacionada al Aikido), es necesario saber que el arte marcial se coloca o se para cuerpo a cuerpo con la muerte. Sin embargo, la potencial muerte existe en un balance inevitable de tensión con el deseo instintivo para sobrevivir. Este hecho se hace sentir o asienta su peso sobre la mente y el cuerpo de aquel que asume una búsqueda en el proceso de entrenamiento, mientras enfatiza de forma vívida la dignidad existencial y el respeto por la vida tanto de uno mismo y de los demás. Si pudiésemos hallar la ética inalterable en nuestro budo japonés, su origen deberá encontrarse en el balance relativo de tensión entre la vida y la muerte, y entre el ser propio y de otros.

El Aikido es una manera nueva de desarrollar la persona más allá de las artes marciales tradicionales y convencionales, y es un resultado combinado de los esfuerzos máximos y las predisposiciones naturales de una gran personalidad: Morihei Ueshiba. Sin embargo, esto no significa que el Aikido niega los varios pensamientos que se hallan en el budo tradicional japonés. En otras palabras, la trascendencia del Aikido de las artes marciales tradicionales como una manera nueva de desarrollo de la persona no significa que deja de ser un arte marcial, tal como es imposible para los seres humanos dejar de ser humanos, o de forma conversa si trataran de aseverar su existencia como algo no-humano. Más bien podría ser más apropiado creer que la experiencia propia e interna del Fundador, o sea, su luz espiritual, fue emitida y filtrada a través del budo japonés (el producto excepcional o poco común de la raza humana), sobre su existencia fundamental y esencial. Yo creo que la respuesta a este proceso es el "take-musu-aiki" (el aiki sincero o veraz) del Fundador.

Antes de que el Aikido fuese desarrollado, el concepto de aiki ya existía en el budo japonés desde los tiempos antiguos. Asimismo, el estado que alcanzó el Fundador no fue exclusivamente único para él en la historia del budo japonés. El mismo Fundador nunca dijo que el Aikido no era un arte marcial, pero sí solía decir que el Aikido era un verdadero budo. Por lo tanto yo no estoy de acuerdo con la visión de que el Aikido sea una disciplina completamente única y nueva, al ignorar la posición del Aikido en la historia de las artes marciales japonesas y sus relaciones relativas con otras artes marciales.

El significado fundamental de la imposibilidad de que los seres humanos dejen de ser humanos, se deriva del hecho de que los humanos no pueden liberarse de la restricción de la vida y la muerte, o de varios sufrimientos (el nacimiento, el envejecimiento, las enfermedades, y la muerte). Lo que hace único el Aikido como una manera de desarrollar la persona yace en desprenderse de una formalización que limita al ser, en desprenderse de la conceptualización de ganar-perder en los budo tradicionales japoneses; y va hacia el lugar original, fundamental y permanente de la existencia. Yo encuentro en este hecho la razón por la cual el Fundador decía que el Aikido era el verdadero budo.

Sí hay tendencias que abaratan, y que no solamente son excesivamente ideológicas sino también comercializadas. Yo siento la necesidad de llamar la atención o dar advertencias aquí.Yo considero esto como un doble deterioro. Por un lado que el Aikido, un sistema de arte marcial japonés, se vuelva más abstracto mientras progresa el tiempo. Por otro lado el Aikido que se convierta en algo más pragmáticamente financiero en su existencia.

Además de lo arriba mencionado, el dojo como lugar para el entrenamiento personal está experimentando cantidades crecientes de presiones innecesarias en lo organizativo y político. Este estado actual arroja una sombra oscura en el desarrollo del Aikido que depende de la existencia y el desarrollo de practicantes jóvenes con individualidades libres y sin restricciones.

Estos dos elementos que coexisten con el hedonismo omnipresente en la sociedad actual, deben ser trascendidos diariamente por aquellos en la búsqueda de la verdadera Vía.