T.K. Chiba
8º Dan, Shihan
Presidente del Comité de Enseñanza - Birankai International


Descubriendo el Cuerpo

Por T.K. Chiba, 8º Dan

Nota del Editor: el artículo de Chiba Sensei sobre "Descubriendo el Cuerpo" se reimprime de "Sansho", una publicación de USAF Región Occidente. Representa una gran obra de trabajo que ha desarrollado Chiba Sensei a través de muchos años y aparecerá en AikidoSphere.
Cualquiera que piense que la inversión de más horas en entrenamiento necesariamente resultará en mayores logros en Aikido, está pensando como un niño. Fundamentalmente, esta actitud materialista no conduce a ningún lado sino hacia un problema sin solución. Sin importar cuántas horas podamos acumular de entrenamiento, no podemos evitar movernos, día a día, más cerca a nuestras tumbas.

Muchos alumnos piensan que a través del entrenamiento pueden hacer que sus cuerpos tengan capacidad de respuesta y control, capaces de moverse como desean. No niego que un cuerpo capaz de responder sea una parte importante del aprendizaje. Sin embargo, es solamente una parte del todo, una parte relativa a un factor mayor que es el desarrollo de una actitud introspectiva en el entrenamiento, con un ojo critico para la auto-examinación. En muchas maneras, positiva o negativamente, nuestro cuerpo es el producto de nuestra conciencia y, a fin de descubrir de qué se trata, se requiere una auto-examinación detallada o cercana dentro de nuestro entrenamiento. No ayuda agregar más y más información, detalles, poder, etc., externamente y de forma infinita a lo que “en demasía” ya está allí.

Reconocer la falta de balance, la falta de armonía o [la aparición de] un desorden en tu propio sistema, que el cuerpo puede sentir, como también entre el cuerpo y la consciencia, es el punto de comienzo para el crecimiento. Uno podría caracterizar el desarrollo de este reconocimiento como una conversación o diálogo que ocurre entre el cuerpo y la conciencia. Mientras se va desarrollando el diálogo, la percepción se torna más clara, y uno comienza a percibir la potencial habilidad que hasta entonces estaba escondida. En vez de agregar un elemento externo al cuerpo, cambiando el cuerpo para ajustarlo a un deseo o voluntad, uno simplemente ve lo que ya existe adentro. Más importantemente, la misma consciencia – la manera en la cual percibe un individuo – comienza a cambiar en la medida que uno descubre su “verdadero” cuerpo, en contraste con la manera de querer cambiar el cuerpo según su voluntad.

El elemento vital y único que hace que el Aikido sea lo que es, es que el progreso en el arte se mueve en proporción al descubrimiento de esa fuerza natural que, junto con un centro orgánico y dinámico, ya existe dentro de cada individuo. Es este verdadero cuerpo que ayuda a que el cuerpo funcione en armonía como un ente total.

Mientras uno sigue el camino del Aikido, progresivamente con asombro y regocijo se encuentra con su verdadero ser, aquel ser escondido y ‘separado’, aquel ser con su potencial inexhaustible que yace sin ser descubierto por muchas personas que mueren sin saber que existía.

Este pasaje de Dogen Zenji, fundador del Soto Zen, toca la materia de mi conversación esta mañana de una manera profunda. "La práctica budista a través del cuerpo es más difícil que la práctica a través de la mente. La comprensión intelectual en el aprendizaje a través de la mente debe estar unida con la práctica a través de nuestro cuerpo. Esta unidad se llama 'SHINJUTSUNINTAI', el verdadero cuerpo del hombre. Es la percepción de la mente del día a día, a través del mundo fenomenal. Si armonizamos la práctica de iluminación con nuestro cuerpo, el mundo entero será visto en su forma verdadera."

Finalmente, el descubrimiento del verdadero cuerpo, con su valor y belleza, no está sujeto a comparación o discriminación competitiva, sino más bien se da su propio lugar dentro de cada individuo. Sigue como una conclusión natural que el estudio del arte de Aikido debe ser no-competitivo. Algunos años atrás tuve la buena fortuna de asistir a una conferencia en Smith College, en Hampshire, Massachusetts, dada por un Maestro de Zen proveniente de Vietnam. Durante un período para preguntas y respuestas, una mujer se paró y le preguntó lo que pensaba sobre el sistema de meditación practicada por los Cuáqueros. Él respondió: "¿Cómo se puede comparar la belleza de una flor de cerezo con aquella de una rosa?"