T.K. Chiba
8o Dan, Shihan
Presidente – Comité de Enseñanza de Birankai International

Una Entrevista con T. K. Chiba Shihan

Parte 2

Por Peter Bernath y David Halprin
 
Nota del editor: Esta entrevista con T.K. Chiba Sensei fue conducida en el Campamento de Verano de USAF Región Este, realizado en Hampshire College, Amherst, Massachusetts en agosto de 2000. Partes de la entrevista aparecen en el video de New England Aikikai documentando la primera visita del Tercer Doshu al campamento.

Peter Bernath, 7º Dan es Jefe Instructor de Florida Aikikai, y David Halprin, 7º Dan es Jefe Instructor de Framingham Aikikai y fue Instructor en el New England Aikikai. Las fotografías son cortesía de Bill Bresnihan.
Sensei, ¿cuál es su punto de vista sobre el proceso por el cual O-Sensei creó el Aikido?

No puedo responder esa pregunta porque sólo lo conocí durante parte de su vida. Pero lo que sí puedo decir es que él fue un increíble maestro de artes marciales.

Él es una existencia gigantesca en la historia moderna del Japón, y en la historia de artes marciales. Pero sé de dónde venía su fuerza, su poder: fue de la fe religiosa que tuvo. Por supuesto que él era un genio, una persona dotada en las artes marciales. Después de todo, fue su compromiso, su propia práctica religiosa. Su poder, cuando lo exponía o lo ejercía, era simplemente increíble. Él podía pasar por una persona ordinaria frente a otra persona, y ¡bam! En un momento. Cada vez que daba una clase, cada vez que daba demostraciones, hacía eso.

Entonces es difícil de seguir, difícil de estudiar, difícil de copiar, de un tipo de persona como O-Sensei. No tenía mucha organización en su enseñanza; sólo hacía lo que quería hacer, espontáneo, ¡bam bam bam bam bam! Toca esto, toca aquello, toca aquello, sigue cambiando.

No había ningún sistema. Entonces lo que podíamos hacer, lo hacíamos. Sólo grababa su moción física en mi cerebro a través de mirar, como imprimir mi subconsciente. Él seguía cambiando las técnicas dentro de una clase tan rápidamente, tan repetidamente, ¡bam bam bam bam bam! Él no tenía ninguna intención de enseñar. Sólo hacía su arte, eso es prácticamente todo. Eso es uno de los tesoros que aun tengo: el recuerdo de sus movimientos impresos en mi subconsciente, nunca se va.

Entonces mientras viajé con él, sabes, en el viaje más largo que tuve fue una gira para enseñar que fueron seis semanas con él. Fue un viaje bastante difícil. Cuando yo fui, digamos, nivel shodan, nidan, comencé a viajar con él. Durante los primeros años yo no pude dormir en el viaje. Solíamos quedarnos en una posada japonesa: dos cuartos conectados, en realidad eran tres: el cuarto principal de O-Sensei, y mi cuarto pequeño, conectados por un baño, un cuarto de baño.

O-Sensei solía pararse tantas veces—cinco o seis veces por noche. Es, sabes, lo que una persona mayor tiene…no quiero decir problema…sino tendencia. Cada vez que O-Sensei entraba a mi cuarto y abría la puerta, si yo me encontraba dormido, eso hubiese sido el final de mi vida como artista marcial. Si alguien está parado y yo estoy dormido, significa que ya perdí mi cabeza. Si piensas sobre eso, no puedes dormir. Tienes que mantenerte despierto, y esperar a que él salga de su puerta, y estar listo para ayudarlo. Entonces si viajas con él por una semana, regresas exhausto al Hombu Dojo.

Y viajar, dar charlas, escuchar, las demostraciones, entrar y salir de las clases, todo se envuelve en una semana, dos semanas, tres semanas. Pero el potencial humano es muy admirable. Luego de tres años más o menos, pude dormir, dormir profundamente, de verdad dormir profundamente. Cada vez que O-Sensei se despertaba y se levantaba, al mismo tiempo yo me levantaba, sin hacer ningún esfuerzo. Sólo lo sentía, mis ojos se abrían. Entonces él iba hacia la puerta, y yo abría la puerta al mismo tiempo exacto: ¡Bam!
Eso también afectó el tomar ukemi para O-Sensei. Ya que pude dormir así, me sentí tan confortable tomando su ukemi. Antes de eso era muy difícil. No sabías lo que venía; él no tenía ningún tipo de demostración prefijada. Sólo se movía, se movía, se movía; tenías que responderle espontáneamente. Pero dado a que pude dormir después de tres años, no. Sólo así [mueve y junta los dedos]. Estábamos tan bien conectados.

Yo creo que ese tipo de experiencia me ayudó a pulir mi consciencia atenta. Todavía lo tengo. Como les dije, si alguien pisa dentro de mi patio, yo puedo saberlo. A cualquier hora del día. También cuando estoy dormido.

Se suele decir que los alumnos de O-Sensei tomaron diferentes aspectos de O-Sensei dentro de sus propios seres. ¿Hay cosas que él ayudó a desarrollar en usted?

Bueno, sabes, para ser honesto, yo soy un tipo que considero un fracaso de haber sido discípulo de O-Sensei. Fue muy difícil estudiar de él, les tengo que decir eso. Pero si hay algo que yo considero un tesoro que he recibido de O-Sensei, es el trabajo de armas.

Para empezar, yo estaba buscando un arte marcial que combinaba el arte corporal y el de la espada. Yo no podía encontrar cualquier arte marcial que me satisfacía en ese aspecto. De todos modos, fui introducido al Aikido mediante un libro escrito por Kisshomaru Ueshiba Sensei en 1958, que fue el primer libro de Aikido jamás publicado en sociedad.

En ese libro, leí que el Aikido se basa sobre los principios de trabajo con la espada transferidos al arte corporal. Ese fue el hecho que me atrajo al Aikido. La mayoría de las enseñanzas que estudié con O-Sensei, yo diría setenta por ciento fuer con armas. De nuevo, él nunca tenía algún tipo de organización en su manera de enseñar, pieza por pieza, ¡bam bam bam! Entonces tuve que organizarla yo mismo. Yo tuve que sistematizarla. Me tomó unos cuantos años.

De muchas maneras, no me importaba cómo era el Aikido antes de yo unirme al Hombu Dojo. Sólo esperaba el elemento mencionado, que el Aikido se basa en trabajo con la espada encarnada en el arte corporal. Esa fue la razón básica por la cual me uní al Aikido. Y si tengo un lugar donde dormir, si hay suficiente comida con que subsistir, y podía practicar todo el día, eso era lo que yo buscaba. Y estas condiciones fueron satisfechas al convertirme en uchideshi del Hombu Dojo. [risas] Eso es todo lo que yo quería, nada más.

No tenía ninguna intención de convertirme en un maestro profesional o instructor. Sólo quería quedarme allí por unos años, y no planifiqué nada después de eso. Pero el destino me obligó a convertirme en un maestro del Aikido cuando me enviaron, me despacharon a Inglaterra en 1966. Eso fue todo. [risas]

Sensei, ¿usted practicaba armas con O-Sensei cuando viajaba con él?

Yo era uchideshi, y me convertí en uchideshi, también en el dojo de Iwama. Me ofrecí de voluntario para irme allá; estuve allá por seis meses, un corto tiempo. La mayoría del entrenamiento básico de armas se hacía en el dojo de Iwama, y más luego, durante los viajes juntos.

Sensei, algunas revistas de Aikido siempre están debatiendo sobre el papel que juega el entrenamiento con armas en Aikido. “¿Es un elemento central? ¿Debe ser un elemento central?” Dado lo que acaba de decirnos, a usted le debe parecer un debate cómico.

Sí. Es un debate sin sentido. ¿Qué vino primero, la gallina o el huevo? [risas]

Yo creo que aparte del principio marcial, el entrenamiento con armas puede ser muy importante en el entrenamiento de Aikido, con los problemas de envejecimiento entre aquellos que han estado entrenando por treinta o cuarenta años. Tarde o temprano, no podrán recibir caídas, volverse a parar, caerse, volverse a parar. Muchas personas que ya veo, no tienen ninguna otra opción sino de retirarse. Pero hablando en términos relativos, en el entrenamiento con armas, envejecerse no es tanto un hándicap.

En el Judo competitivo, como saben, el límite de edad es a los treinta años, y no puedes ir más lejos. Pero en Kendo, las personas con setenta y ochenta años todavía siguen practicando. En la primera clase de competencia, los chicos jóvenes compiten contra un maestro de setenta u ochenta años de edad, ¡y no hay ningún problema! Sólo una punta de la espada, bam [risas]. No pueden romper esto, ¿saben?

Entonces creo que eso es una ventaja. Especialmente, sabes, por las rodillas. Hay tantos problemas de rodillas en el mundo, tantos problemas de rodillas en la sociedad del Aikido. Probablemente hemos abusado de ellas. He estado conduciendo un estudio en la Región Este sobre problemas de rodillas, cómo prevenirlos o cómo recuperarse después de una lesión, cómo sanarlas. Es un gran estudio en este momento. Pero podemos vencer nuestro problema de envejecimiento de alguna manera. Tenemos que armonizarnos con la degeneración de nuestros cuerpos.

Entonces lo que estoy diciendo es que el entrenamiento con armas puede ser una de las soluciones, no la perfecta, pero relativamente, es una manera razonable de tratar el problema de envejecer.

Sensei, queríamos hablar sobre algunos de esos días al comienzo cuando ustedes* eran jóvenes y estaban juntos. [* Los uchideshi de O-Sensei, ahora son los sensei Shihankai.]

Más o menos todos estábamos en la misma situación.

Ustedes se conocen por más de cuarenta años, durante la adolescencia, cuando eran jóvenes, y ahora todos a sus sesenta años. Eso es mucho tiempo. ¿Han cambiado mucho?

Fundamentalmente no hay cambio en el carácter de uno. Yo no sé si esto es algo afortunado o desafortunado [risas]. Es increíble, saben. Más que eso, de hecho, después que pasas la edad de cincuenta, este carácter básico y personal se manifiesta mucho más obvio y fuerte. Por un tiempo yo pensaba, “estos chicos están cambiando,” saben, “ellos están haciendo una especie de buena progresión,” saben, un cambio de carácter personal, madurando y todo eso. ¡No! [risas] Y esa es la parte hermosa, saben.

Los artistas marciales son muy testarudos, y ese testarudez se vuelve más fuerte cuando envejeces [risas]. Yo veo eso en mí mismo como también en mis amigos.

Sensei, por más de 40 años usted y otros sensei Shihankai han tenido una cercana relación con tres generaciones de la familia Ueshiba, al Hombu Dojo, y entre ustedes, y continúan trabajando juntos de forma cercana. ¿Qué fomenta este tipo de dedicación y lealtad?

No puedo hablar por los demás, pero lo que yo siento de esto es que todavía siento una gran deuda hacia mis maestros. Y haber sido aceptados como sus discípulos, habernos entrenado, y ellos nos hicieron convertirnos en individuos, hombres maduros. Me siento completo, y he disfrutado mi carrera de Aikido—aunque todavía falta mucho por recorrer—con su disfrute de estudios y entrenamiento. Y de una forma u otra, nosotros tenemos que devolver ese favor hacia nuestros maestros y su familia. Es muy difícil expresarlo. De nuevo, es como un sentimiento tipo historia de amor, y no se puede expresar bien a terceros.

También es parte de la cultura japonesa, esta cosa de la familia. Esta tradición, por supuesto, se está muriendo también en mi propia cultura, se torna más y más débil. Probablemente somos los últimos en aguantar, los rompeolas que aguantan este tipo de lealtad y sentimiento hacia lo que llamamos linaje.

Yo no creo que se pueda entender fácilmente por los americanos. Es una cultura diferente. Tarde o temprano, yo predigo que este tipo de relación con la familia del Maestro y Hombu Dojo, etcétera, será más y más delgada. Probablemente somos la última generación de sostener esto. No espero que las personas americanas mantengan esto. No lo espero necesariamente. Sería bonito si se mantuviese, pero sería difícil, lo predigo. Entonces mi intención es de construir Aikido en América como un Aikido americano: fuertes fundaciones técnicas, su propia idea, su propia identidad, y su propio futuro.

Entre todos nosotros que somos alumnos de los sensei Shihankai, parece haber una lealtad y una dedicación similares y formadas por lo que sentimos hacia nuestro instructor más inmediato. ¿Esa es nuestra fortaleza?

Sí, entiendo lo que dices, lo que intentas decir. Yo creo que es parte de nuestra fortaleza, ciertamente. Sin embargo, mi pregunta es, ¿cuánto tiempo durará eso después que la era de los instructores japoneses se acabe? A eso es lo que me refiero.

Me explico, en muchas maneras, todos los problemas y los asuntos que hemos manejado a través de Hombu Dojo, fueron manejados a través de canales japoneses, del japonés al japonés. Estamos jugando juegos en el mismo marco de cultura. Ha habido dificultades, pero también una base para entendimiento. Pero cuando llegue el tiempo, y la era japonesa se termine, de manejar asuntos con Hombu Dojo, ustedes estarán lidiando con extranjeros, y será diferente, y será difícil, creo yo. Eso es a lo que me refiero.

Hemos estado aquí por mucho tiempo en países occidentales. Nosotros comprendemos, no perfectamente, pero entendemos lo suficiente sobre la mentalidad americana, el carácter americano, y también nos mantenemos japoneses. Entonces, saben, en tratar con los asuntos de Hombu Dojo, problemas políticos o lo que sea, nosotros siempre podemos jugar ambos papeles, uno siendo japonés y el otro siendo instructores representando a la gente americana.

Pero ustedes no podrán hacerlo de la misma manera. Cuando los instructores americanos tomen el liderazgo de la sociedad americana de Aikido, ellos no podrán hacer eso. Ellos serán americanos, no japoneses. Ese es un hecho muy crucial. Y sin embargo están entrenando en un arte japonés. El problema del idioma también es muy, muy importante. No lo tomen a la ligera [se hace una pausa larga]. ¿Es muy pesado? [risas]

Una nación es como un individuo, como he dicho anteriormente. El carácter básico no cambia. La perspectiva a la superficie quizás cambie. Entonces cada vez que los Shihankai debían lidiar con Hombu Dojo, debían ser japoneses. Entonces ellos entienden. Si juegas una carta con un instructor americano, no. No van a entender. Esto ha sido una dificultad. El Japón está mirando al mundo a través de su propia ventana, siempre.