Kisshomaru Ueshiba
Segundo Doshu
Antiguo Dojocho del Aikikai Hombu Dojo

Memorias del Segundo Doshu

Por T.K. Chiba Shihan, San Diego Aikikai

Nota del Editor: La reflexión que tuvo Chiba Sensei sobre la muerte del Segundo Doshu apareció por primera vez en la entrega de Verano 1999 de Sansho. Las fotografías utilizadas con este artículo mostrando el Segundo Doshu con Chiba Sensei como su uke han sido reproducidas del libro de Kisshomaru Ueshiba titulado Aikido, publicado en 1974.
Mientras comencé a escribir esta memoria del Segundo Doshu, me di cuenta que no hubo ni un solo incidente entre los muchos recuerdos que tuve de él, que podría llamarse dinámico o dramático. Por cierto, esto no solamente me hizo ver su personalidad bajo una nueva luz, sino también me ayudó a entender las diferencias significativas entre la relación que tuve con él, comparada con la que tuve con su padre, El Fundador. Para describir brevemente estas diferencias: el Segundo Doshu representa la fuerza de la luna, mientras que El Fundador representa el sol.

El temperamento calmado del Segundo Doshu, junto con la presencia de un fuerte auto-control y una inteligencia abundante, lo convirtió en un hombre maestro de la modestia, un caballero. A pesar de ser un hombre de profundo orgullo de sí mismo, siempre era modesto y escogía cuidadosamente las palabras cada vez que hablaba. Nunca lo vi ofender a nadie. Era altamente disciplinado en su ejecución física, hasta de actividades comunes tales como sentarse, caminar, hablar, beber té, etcétera. En estas actividades diarias como también en el Aikido, creó un ambiente de nobleza altamente cultivada, que muchas veces me recordaba la cultura refinada de las cortes de la realeza.

No hace falta decir que su performance o ejecución del Aikido iba más allá de cualquier comparación con alguna persona que yo haya conocido. Era la expresión física completa de su filosofía sobre el Aikido; no existía el más mínimo espacio entre el Aikido como su creencia y el Aikido como su práctica.

Para comparar la ejecución de Aikido del Segundo Doshu y El Fundador, yo diría que el Aikido del Fundador era completamente marcial hasta su dimensión más alta. El Aikido del Fundador expresó el origen de la potencia marcial como parte de una fuerza viviente asociada con la evolución del universo. Bajo esta consideración, El Fundador trató de transmitir un mensaje que provenía del diálogo que él tuvo con los dioses en su práctica religiosa diaria. En contraste, el Segundo Doshu expresó su creencia filosófica en la armonía de la naturaleza, y por lo tanto el “ir con el fluir” fue una parte dominante de su Aikido. Quizás no era tan marcial como su padre, pero su esfuerzo total era claramente para enfatizar que el Aikido iba más allá de lo marcial.
Como todos sabemos, el Segundo Doshu escribió muchos libros sobre Aikido, y muchos de ellos han sido traducidos al inglés. En realidad no puedo juzgar la calidad de la traducción al inglés, pero él escribió muy bien en japonés, y dio pruebas de ser un maestro del estilo. Sus escrituras demuestran que él poseía un conocimiento extenso tanto de los clásicos chinos como los japoneses, combinados con una educación moderna. En Japón, tal combinación está considerada como un factor que forma un hombre de cultura.

Entre los libros que escribió, su primero publicado en 1958, es el que más me gusta. Es el libro responsable por mi destino de haber elegido el Aikido como camino de vida. Además, el libro expresa su pasión y su fe inquebrantable en el camino del Aiki, el sentido de la responsabilidad que heredó de su padre, y su determinación de transmitir el peregrinar del Aiki a la sociedad, en un momento cuando los japoneses aún no se habían recuperado del todo del impacto de la derrota del Japón en la Segunda Guerra Mundial, particularmente con respecto a la confianza nacional.

La negación del valor inherente de la cultura nacional, la historia y las tradiciones, fue una corriente dominante que siguió después de que se rindió Japón en 1945. Esto no era debido solamente a la pérdida de confianza del Japón luego de perder la guerra, sino también fue resultado de las políticas promovidas por el cuartel general de los militares que ocuparon Japón. Aunque materialmente y económicamente Japón empezó eventualmente a incrementar su poderío – instado por un auge industrial estimulado por la Guerra de Corea que estalló en 1950 – Japón todavía luchaba sicológicamente para definir su propia identidad.

Yo creo que a través de su primer libro, el Segundo Doshu alcanzó a tocar los corazones de muchos individuos, y le dio a los japoneses un modelo para la resurrección del orgullo nacional. El libro revela la profunda peregrinación del Aiki, revivida desde las propias tradiciones del Japón para convertirse en una nueva forma de vida, y así dar un ejemplo de cómo abrazar la tradición como fuente de evolución hacia una sociedad moderna.

Luego de la muerte del Segundo Doshu, un maestro avanzado en el Hombu Dojo declaró que El Fundador había abierto el camino del no-camino, y el Segundo Doshu labró el camino para el bien de todos. No estoy seguro si estoy totalmente de acuerdo con esto, pero sin embargo, no hay ninguna duda que el Segundo Doshu consagró su vida entera para hacer que el camino del Aiki fuese accesible para todos, la gente común y corriente; en vez de limitar el acceso solamente a una élite, que anteriormente era la tradición en la época justo antes del final de la Segunda Guerra Mundial.

Aikido, tal como se entrega a nosotros hoy en día, es el producto del trabajo de vida del Segundo Doshu, el cual llevó a cabo con un compromiso y un sentido de responsabilidad profundos. El Aikido se ha convertido en una propiedad común valorada por toda la humanidad. Mientras más lo pienso, más aprecio el trabajo que él escogió llevar a cabo, además de sus logros.

Mi primer encuentro en persona con él ocurrió el 3 de Febrero de 1958, cuando me encontré con él en la sala de entrada de su casa en Shinjuku, Tokio. Después de haber leído su primer libro, que había encontrado accidentalmente en una librería en el centro de Tokio, yo estaba decidido en convertirme en el uchideshi del Fundador. Empaqué mis cosas, incluyendo mi futon para dormir, en un paquete gigante, y lo envié a su dirección residencial (el Hombu Dojo y su residencia estaban en el mismo edificio) antes de mi llegada para la entrevista. Hice esto deliberadamente para demostrar mi determinación sólida para alcanzar mi objetivo de ser un uchideshi. No le escribí porque sabía que una carta iba a ser rechazada o ignorada.

El Segundo Doshu estaba parado en el centro de la entrada superior cuando yo entré, y desde arriba me vio en una sección de la entrada más abajo, donde percaté que estaba mi paquete ocupando mucho espacio. "¿Esto es tuyo?" me preguntó. Admití que sí lo era, y le expliqué la razón por la cual yo estaba allí con palabras que yo había preparado y practicado repetidamente unos días antes de llegar allí. Hablé brevemente y claramente, y mostré una intención inquebrantable. Me escuchó calmadamente, tan frío como el hielo sin mostrar ninguna emoción. “Ya no admitimos más uchideshi como solíamos hacer antes, así que toma tu paquete y vete de inmediato,” me dijo.

Era delgado, de estatura mediana con cabellera negra, gruesa y larga, y usaba lentes redondos. No podía ver ninguna expresión en su cara, salvo sus ojos que revelaban el poder de una intransigente determinación. Sin embargo, supe muy bien qué esperar, así que empecé a demostrar una segunda etapa de tácticas que había preparado a fin de alcanzar mi objetivo. Saqué mi paquete fuera de la entrada, salí afuera y me senté, determinado a sentarme allí sin moverme hasta ser aceptado.

Uno podría pensar que a pesar de lo que dije al principio de este artículo, que mi primer encuentro con el Segundo Doshu había sido dramático. Pero en lo que a mí me concierna, no era así. Todo salió como yo lo esperaba, tal como un guión a toda prueba de una obra teatral que se ha practicado una y otra vez, y el encuentro total no tomó ni cinco minutos.

Él debía haber tenido treinta y ocho años de edad en ese entonces. No fue mucho tiempo después de haber tenido éxito persuadiendo a su padre de abrir las puertas al público, llevando a cabo su primera demostración pública en 1956. Cuando rememoro ahora sobre mis siete años de vida como uchideshi, antes de ser enviado a Gran Bretaña en 1965, reconozco que su tema estratégico era transmitir el mensaje del Aikido como un nuevo arte marcial para una nueva era. Fijó firmemente su objetivo estratégico, y llevó a cabo el trabajo táctico paso a paso, punto por punto, con una paciencia y constancia asombrosas hasta finalmente cumplir con su meta.

Él era un individuo claramente diferente a su padre. Dado a que eran diferentes tanto física y mentalmente, y dado a que el curso de los tiempos había cambiado, él no podía ejercer el Arte de la misma manera que su padre. Sin embargo y a final de cuentas, lo considero como un distinguido artista marcial a su manera.

Como lo había mencionado al principio de esta memoria, él representa la fuerza de la luna; y su padre representa la fuerza del sol. Mientras el sol simboliza una fuerza dominante, elevada y expansiva como el fuego; la luna representa el intelecto impasible, la introspección y la síntesis, como la cualidad del agua. Veo esta misma cualidad en muchos ingeniosos estrategas militares, quienes han dejado sus huellas en la historia.

Aunque mi primer encuentro con el Segundo Doshu haya sido un tanto frío, también tengo un recuerdo cálido de él. En mi diario escrito el 1ro de Mayo de 1958, unos meses después de haber sido aceptado como uchideshi, escribí:

"Waka Sensei [solíamos llamarlo así, que significa Maestro junior, a diferencia de O´Sensei, que significa gran o antiguo Maestro] y el Sr. Seko [un antiguo discípulo de O´Sensei quien era en ese momento miembro de la Junta de Directores del Hombu Dojo] regresaron a las 11:30 pm. Luego de cerrar la entrada principal, comencé a servirles sake como me ordenaron. Parecía que ya habían estado tomando, y se veían alegres y más abiertos. El Sr. Seko entonces me agarró el hombro y me dijo, ‘No hay tantos hombres jóvenes tan buenos como tú hoy en día. Sin embargo, debes afrontar muchas dificultades y disciplina mientras entrenas en este Dojo. Sé positivo, y entonces todo lo que experimentarás será lo que te nutrirá a crecer, hasta convertirte en un hombre de sustancia.’

Esto me dio tanta pena porque sólo lo había visto un par de veces antes. Además olía a alcohol [en aquél entonces yo no podía beber]. Entonces me sorprendí aún más al escuchar lo que Waka Sensei me estaba diciendo. Me llamó en voz alta, "Chiba, escucha, no tomes ukemi del Sr. K en la siguiente demostración que se hará en Kawasaki. Es un poco tosco, y no quiero que te arriesgues." [Yo no sé cómo se enteró que yo estaba preparándome para tomar ukemi del Sr. K en respuesta a su solicitud, para la tercera demostración pública pautada para Octubre, arriba en el techo de una tienda por departamentos.]

Qué afortunado fui al ser uchideshi bajo las alas de tan excelentes caballeros como fueron ellos. Debo esforzarme aún más duro en mi entrenamiento a fin de merecer su favor.

En muchas formas, he sido un discípulo rebelde en mi Aikido a través de toda mi carrera, pero el Segundo Doshu siempre fue gentil y amable conmigo, y me hizo sentir que de alguna manera confiaba en mí.

Luego de mi renuncia al Hombu Dojo en 1978 por un desacuerdo sobre la política general del Dojo, incluyendo asuntos del extranjero, él de repente me hizo una visita a solas a la aldea donde yo estaba viviendo. Lo pasamos muy bien, le lavé la espalda en un baño de manantial natural, y luego compartimos la mesa durante la cena en una posada japonesa especializada en baños de manantiales. Se regresó a Tokio la siguiente mañana. Yo creo que él vino a verme para asegurarse de que yo estaba bien.

Por último, he encontrado un hermoso peregrinaje de Aiki en los muchos libros que ha escrito. Sin embargo, aunque sería demasiado esperar, todavía no estoy totalmente satisfecho con la presentación de aspectos históricos del Arte. En su posición como Segundo Doshu, él fue el responsable de establecer una historia auténtica. En lo que a mí concierne, todavía no está completa. Si ha de ser considerada una historia auténtica, debería revelar la verdad objetiva y poder ser defendida ante toda crítica por muchas generaciones venideras. Sinceramente espero que el Tercer Doshu esté consciente de esto, y acepte que parte de su responsabilidad es la necesidad de completar aquello que no se llegó a terminar.

La tarea de escribir la historia del Arte requiere de una cualidad humana aparte de ser un buen escritor y/o un artista marcial, especialmente si el mismo autor está en el medio del desarrollo histórico del Arte. Requiere de perspectiva y de un ojo objetivo, unidos con una profunda comprensión y un entusiasmado interés por la naturaleza humana y sus encuentros dinámicos. Esto es lo que espero ver en la nueva era del Tercer Doshu, quien está parado en medio de todo como el gran maestro de la tercera generación.

Gracias, Segundo Doshu, por su amabilidad hacia mí, y por el trabajo que usted logró, y a través del cual muchos individuos alrededor del mundo reciben la oportunidad para enriquecer sus vidas, una oportunidad que usted hizo posible. Por favor descanse bien.

Gassho (palmas juntas) T.K. Chiba 5 de Abril de 1999