Morihei Ueshiba
O-Sensei
Fundador del Aikido

La Vida de O-Sensei, Morihei Ueshiba – Parte 2

Por Kisshomaru Ueshiba, Segundo Doshu


Nota del editor: Kisshomaru Ueshiba, el hijo del Fundador, recapituló la historia de la vida de O-Sensei, en su libro Aikido, que fue uno de los primeros libros de Aikido traducidos al inglés. Esta es la segunda parte. Continuaremos con esta biografía en ediciones futuras del AikidoShere. Fotos cortesía de la Fundación Aikikai del libro, El 100° Aniversario del Nacimiento de Ueshiba Morihei, Colección Fotográfica en Memoria al Fundador del Aikido
Seria enfermedad de su padre

A finales de la primavera de 1919 el Fundador recibió un telegrama contándole que su padre estaba gravemente enfermo. El Fundador le entregó todo a su maestro Takeda y abandonó Hokkaido.

En Hokkaido, bajo la guía del Fundador, el desarrollo de la tierra había progresado bien. El pueblo fue fundado, una escuela fue construida y había ganado un prestigio social así como propiedades. Pero este tipo de cosas no le preocupaban a él. Sólo sus estudios dolorosamente placenteros y fructíferos estaban en su mente. Por lo tanto, el joven Fundador, volvía del norte en la misma condición en la que se había ido: sin posesiones excepto por su vigoroso espíritu.

Estudios en Ayabe

Mientras iba en el tren hacia su casa oyó sobre reverendo Onisaburo Deguchi, el líder del Omotokyo, una nueva religión. El Fundador, deseando hacer cualquier cosa para curar a su padre, decidió de inmediato cambiar el curso hacia Ayabe, en la prefectura de Kyoto, donde el cuartel general del Omotokyo estaba localizado, y pidió oraciones de recuperación para su padre. Desde que era un niño el Fundador había tenido un natural y extraordinario interés por el estudio del pensamiento espiritual y fue criado con un profundo entendimiento por sus padres. Cuando tenía siete años, estudió con el padre Mitsujo Fujimoto del templo Jizoji, en la secta Shingon del budismo y a la edad de 10 años estudió budismo Zen en el templo Homanji en el pueblo de Akitsu. En su madurez, el Fundador buscaba alimento espiritual para volverse más fuerte. Visitaría lo que fuera necesario y se instruiría en ello.

El deseo de que su padre se recuperara fue su principal razón para visitar al reverendo Deguchi. Sin embargo, luego de haber oído al sacerdote, fue atacado por una profunda revelación. Cuando llegó a su casa en Tanabe, para su tristeza, se enteró de que su padre había muerto. Confrontado con la muerte de la persona que más quería en el mundo, el Fundador juró ante su tumba romper sus candados mentales, desarrollarse más y alcanzar el secreto del budo.

Luego de esto la vida diaria del Fundador cambió ampliamente. A veces se paraba en la punta de una roca vestido de blanco y hacía sus piadosas plegarias o podía arrodillarse en algún lugar en lo alto de una montaña, recitando plegarias sintoístas continuamente. Sus antiguos amigos del pueblo estaban asombrados por el cambio y se preocupaban de que se hubiera vuelto loco. Más adelante en 1919 fue atraído por el recuerdo de Deguchi, a quien había encontrado previamente y se mudó a Ayabe con toda su familia. Buscaba una luz para iluminar su corazón. Una casa al pie de la montaña en Ayabe se convirtió en su hogar. Allí enseñó jujutsu y estudió activamente bajo la instrucción del reverendo Deguchi hasta 1926.
Va a Mongolia con Deguchi.

El reverendo Deguchi, quien promulgaba un principio de amor humano y bondad, tenía la idea de unificar el mundo moral a través de la religión. Él soñaba con construir el pacífico reino de Mongolia con el poder de nuevas religiones, libre de las ataduras de las viejas costumbres, para poder realizar la unidad y prosperidad mutua del Este. Hacia el final de su vida, el Reverendo Deguchi hizo contacto con la religión Putienchiao de Corea y con la religión Taoyiian Hungwantzuhui de China. A principios de la primavera de 1924, en un tiempo oportuno, él decidió ir a Mongolia. Invitó a Masumi Matsamura y al Fundador al santuario de Shounkaku en Ayabe, mostrándoles su programa y pidiéndoles que viajaran con él. En esa época Deguchi estaba implicado en el escándalo de Omotokyo de 1921 (por falta de respeto al emperador), así que su partida era secreta. La mayoría de sus confidentes no sabían de ella. Por lo tanto la partida de Deguchi fue en un tren hacia Ayabe a las 3:28 am, el 13 de febrero de 1924. El Fundador se unió a él en Tsuruoka de donde partieron para Manchuria y Mongolia.

Fracaso en el intento.

La meta tentativa de este viaje era alcanzar Mukden y conocer a Lu Chan-k´uei, un general de Chang Tso-lin y luego penetrar Mongolia con su cooperación.

Sin embargo debido a los problemas en China en ese tiempo, el grupo de Deguchi prontamente se encontró sin ayuda y se convirtieron en fugitivos vagabundos. No había caminos, muy poca comida y lo único que podían hacer era seguir huyendo del enemigo. Durante los 5 meses que duró el viaje el Fundador siempre acompañó al Reverendo Deguchi y compartió su suerte. En un punto, durante un ataque sorpresa por la fuerzas locales el grupo entero fue capturado y les robaron todo lo que poseían. Incluso sus zapatos y su ropa fueron tomados. Fueron encadenados, forzados a usar solamente taparrabos y los mantuvieron en una prisión en Paiyintail por un tiempo. El comportamiento del Fundador era de alguna manera diferente al de los otros y sus captores notaron inmediatamente que era extraordinario cuando lo arrestaron. Por cuenta de esto lo trataban severamente. Caminaba con cadenas y una picota. En un punto, fueron conducidos frente a un escuadrón de tiro. De camino hacia el lugar de ejecución, los cuerpos de Lu cayeron al piso, habiendo sido disparados algunos momentos antes. El grupo no mostró miedo y esquivó los cuerpos, yendo calmadamente hacia su destino. El Fundador, en particular, tenía un comportamiento inquebrantable en este momento crítico. Estaba estable como en su vida cotidiana. Se dice que los demás lo miraban con asombro. Afortunadamente la intervención del consulado japonés en Chenkiatum fue capaz de prevenir la sentencia y sacarlos de las garras de la muerte. Al final, el gobierno japonés fue capaz de lograr que los liberaran y los repatriaran. Llegando al puerto de Moji el 25 de julio de 1925 fueron recibidos por un gran público que les dio la bienvenida como si fueran generales.

Aunque fallaron en sus planes originales, el Fundador tuvo la oportunidad de poner su autodisciplina a prueba.

De vuelta en Ayabe, el Fundador se dedicó a su vida anterior de estudio y concentración en aprender más profundamente el secreto del budo. Las montañas de Ayabe ofrecían un gimnasio excelente de estudio y práctica. El Fundador escogió un lugar apropiado, colgó siete u ocho bolas de esponja en un círculo bajo unos árboles y con una lanza de nueve pies las atravesaba hermosamente. Sus hábiles movimientos quedaron grabados en la memoria de los estudiantes que estaban con él.

Para cuando el Fundador volvió de China, Ayabe era todavía un pueblo solitario. Zorros y tejones eran vistos alrededor de su aislada casa. Como las instalaciones del pueblo eran inadecuadas, se les pedía a los habitantes que donaran su trabajo. Mientras trabajaba con los trabajadores el Fundador mostró sus dotes. Una vez arranco un árbol de pino que tenia cuatro o cinco soles de diámetro (mas o menos 15cm o 5 ½ pulgadas) y reubicó una gran piedra que más de 10 trabajadores no podían mover. A veces impresionaba a la gente de esta manera. Él decía: “Me enseñé a mí mismo que un increíble poder espiritual del alma reside en el cuerpo humano”.

Alcanzando una nueva etapa.

Mientras su estudio progresaba fue desarrollando un tipo de sexto sentido con el cual podía sentir las intenciones de los movimientos de su oponente. Cuando estaba viajando por Mongolia fue detenido con una pistola Mauser. Fue consciente de la intención del oponente de disparar gracias a una pequeña “bala espiritual” que entró en él antes de que el oponente apretara efectivamente el gatillo. Luego, con movimientos rápidos se movió hacia el lado del oponente un segundo antes de que disparara el arma, lo lanzó al piso y tomó posesión del arma. Este es un episodio muy conocido entre la gente que está interesada en el Aikido.

En la primavera de 1925 un oficial naval, maestro de kendo, visitó al Fundador y le pidió convertirse en su estudiante. Luego, durante una conversación, estuvieron en desacuerdo por una cosa banal. Los temperamentos se alteraron. Aceptaron tener un encuentro. El oficial se movía hacia adelante para golpearlo con al espada de madera. El Fundador esquivaba la espada con facilidad cada vez. El oficial se sentó finalmente exhausto sin haberlo tocado una sola vez. El Fundador decía que podía sentir los movimientos del oponente antes que fueran ejecutador de la misma manera que aquella vez en Mongolia. Descansando luego del encuentro, el Fundador salió a un jardín cercano donde había un árbol de caqui. Mientras secaba el sudor de su cara, fue gratamente invadido por un sentimiento que no había sentido nunca. No podía caminar ni sentarse. Estaba pegado al piso con gran asombro.

El Fundador recuerda su experiencia

Fijé mi mente en el budo cuando tenía más o menos 15 años y visité maestros de la espada y de jujutsu en varias provincias. Dominé los secretos de las viejas tradiciones, cada una en pocos meses. Pero no había nadie que me instruyera en la esencia del budo; la única cosa que podía satisfacer mi mente. Así que toqué las puertas de varias religiones pero no pude obtener respuestas concretas. Luego, en la primavera de 1925, si recuerdo correctamente, cuando estaba dando una caminata por el jardín, sólo, sentí de pronto que el universo se abría y que un espíritu dorado salía del suelo, cubría mi cuerpo con un velo y cambiaba mi cuerpo por uno dorado.

Al mismo tiempo mi mente y mi cuerpo se volvieron luz. Pude entender el susurro de los pájaros y estaba completamente consciente de la mente de Dios, el creador del universo. En ese momento fui iluminado: la fuente del budo es el amor de Dios – el espíritu de protección amorosa de todos los seres. Infinitas lágrimas de alegría rodaban por mis mejillas. Desde ese momento he crecido para sentir que toda la tierra es mi casa, el sol, la luna y las estrellas son todas cosas mías. Me liberé de todo deseo, no solo por posición, fama y propiedades, pero también de ser fuerte. Entendí, “budo no es sentir al oponente a través de nuestra fuerza, tampoco es un arma para llevar al mundo a la destrucción con las armas. El verdadero budo es aceptar el espíritu del universo, mantener la paz del mundo producida correctamente, protegiendo y cultivando todos los seres de la naturaleza”. Entendí, “el entrenamiento del budo es tomar el amor de dios, que correctamente produce, protege y cultiva a todos los seres de la naturaleza y asimilar y utilizar esto en nuestra mente y nuestro cuerpo.”

Esta revelación pudo haber sido un evento momentáneo, pero fue la primera vez que experimentó algo así. Revolucionó la vida del Fundador y le dio nacimiento al Aikido.

Del Aiki-jujutsu al Aikido

A lo largo de los 86 años de estudio del Fundador, nos encontramos con que estuvo interesado en el budo desde que era muy joven. Tenía una gran habilidad. Luego vino su peregrinaje por el mundo del jujutsu empezando en la mitad de la era Meiji (1868-1912) época en la que también se dedicó a la espada y a otras armas, así como al estudio de las religiones. Luego, al final, la verdad afloró en él.

El budo que alcanzó a través de su experiencia lo llamo luego Aikido. Cuando miramos a los viejos archivos y papeles, en algunos casos, nos encontramos con palabras como “una técnica de aiki” o “aiki proyección”. Pero las explicaciones son abstractas. “No sea “aikisado” por el oponente” esto es, no entres en el espíritu de armonía del oponente. Difícilmente un significado mas profundo de la palabra pueda ser entendido.

Fue el Fundador quien clarificó la vía superior del aikido como una entidad separada en la sociedad del budo, sociedad de cuyos miembros tendían meramente a enfatizar en las técnicas y la fuerza. Él afirmó: “en la vía del budo hacer del corazón del universo el nuestro y desarrollar nuestra misión de amar y proteger todos los seres con un gran espíritu. Las técnicas del budo son sólo maneras de alcanzar un fin”. El Fundador, habiendo estudiado a fondo el budo y habiendo adquirido su esencia a través de un fuerte entrenamiento, primero puso una meta sobre todas para la guía espiritual y luego fusionó las técnicas de aiki en la “corriente del espíritu, el poder del espíritu y el espíritu del alma.” Le dio vida a un lado más espiritual y técnico del budo japonés en la sociedad de los hombres.

El Fundador fue el primero en indicar claramente el mundo del Aiki y revelar sus intenciones. Del jujutsu al do (de las técnicas al camino) ésta es la manera de evolucionar infinitamente hacia la meta impuesta por el maestro.

(Continuará)

Fotos (de arriba abajo):
1. O-Sensei con Deguchi Onisaburo.
2. O-Sensei como estudiante de Daito Ryu. C.1916.
3. Entrenamiento de múltiples ataques en el nuevo dojo de "Kobukan", 1931 or 1932.
4. O-Sensei en dojo de Noma en 1936 a la edad de 53.