Nobuyoshi Tamura
8° Dan, Shihan
Jefe de la Federation Francais d'Aikido et de Budo


El Instructor - el Educador - el Guía

Por Nobuyoshi Tamura, 8° Dan

Nota del Editor: Este artículo reimpreso originalmente apareció en Aikido Europa, Octubre-Diciembre, 1979 (Federación Europea de Aikido)
La comisión técnica de la Federación Europea de Aikido ha sido creada recientemente. Al mismo tiempo que se redacta un cuerpo de leyes, y se distribuyen títulos de Shihan, Shidoin o Fukushidoin, el señor Pierre Chassang piensa que sería una buena idea si yo pudiese definir lo que es ser un instructor.

Aunque he enseñado por muchos años, esta propuesta me causa mucha sorpresa. De hecho, nunca me han preguntado qué es un instructor. Me deben disculpar.

¿Qué es un instructor, qué clase de ser humano es, y qué debe hacer?

La pregunta ha surgido sin duda con el primer ser humano, y sólo desaparecerá con el último. Es la pregunta que se hace a uno mismo, y la responde uno mismo, y siempre eternamente no existe respuesta.

Moisés ciertamente fue el primer líder de seres humanos en la historia que conocemos. ¿Cómo lideró su gente de Israel a través del desierto? ¿Qué debe haber existido en sus pensamientos en ese momento? ¿Cómo llegó a su decisión? ¿Qué ocurrió dentro de su mente, el solitario?

Sin lugar a dudas, hay dos tipos de líderes de seres humanos, o instructores.

Aquellos que conocen el camino que los lleva a donde quieren llegar porque ya saben el camino, y aquellos que conocen el objetivo a lograr, pero no el camino por el cual se llega. El primero es por ejemplo un guía de montaña: conoce la ruta que se debe seguir, cada dificultad, cada pasaje peligroso. Con certeza, guiará a su cliente hasta el lugar deseado.

Como Moisés, el segundo tipo obedece una revelación divina. Recibe la orden de irse, y marcha hacia el objetivo indicado pero ignorando el curso a seguir, como un grupo de exploradores que aventura hacia lo desconocido, excepto que de nuevo existe un grupo animado por un deseo en común, y este hecho a la vez hace que las cosas se tornen más fáciles de hacer. Por otro lado, Moisés está sólo, según su propio parecer. El más pequeño error o falla podría comprometer la vida de todos.
La planificación más completa – estudiar, estudiar y estudiar otra vez. Entrenar todos los días. Revitalizar. Todos tienen sus límites. Más allá de todo esto está el agujero negro. La oscuridad. El clima, los accidentes, las enfermedades son imprevisibles.

El maestro del Aikido es un líder de seres humanos tipo Moisés, por lo menos en mi opinión. Indiscutiblemente, el Maestro Ueshiba fue la cumbre del Aikido, pero nosotros en el valle quienes vemos hacia la cumbre de la montaña sólo tenemos una pequeña imagen de él. Yo mismo creo en marchar detrás de O-Sensei, pero un breve descanso es suficiente para respirar por ejemplo, y O-Sensei ya se ha movido muy pero muy lejos.

Es así como conozco el camino. Veo el camino pero las cosas están aún por hacerse, y así pues aún las desconozco.

Es un poco como la Isla del Tesoro en mapas antiguos. Pero en los mapas de hoy, no se muestra esa isla y eso podría significar que no existe. Sin embargo usted sabe que existe y que esconde un tesoro. Fortalecido por su conocimiento, se pone en marcha. En este caso la responsabilidad del capitán es enorme. El mar, la corriente, el clima, también son obstáculos que deben ser superados. A pesar de toda la experiencia que pueda tener, se presentarán las dificultades desconocidas. Pero debe sin embargo continuar hacia delante aunque aparezca la necesidad de un cálculo exacto, de tomar una decisión, para la unión de todos hacia la misma dirección. Es solamente bajo esta condición que el objetivo quizás pueda ser alcanzado.

Hemos tratado de unir todas las fuerzas humanas, la parte que queda es la de intervención divina, que es lo mismo decir que una vez se decide ponerse en marcha, solo resta ir hacia delante.

El capitán será un hombre con la valentía de sus convicciones; será experimentado, intuitivo, manteniendo la unidad del equipo, él y el equipo en una sola identidad, como padre e hijo por ejemplo.

El capitán piensa, y debe pensar como el equipo, y el equipo trabaja en la forma del capitán; no puede ser de otra manera. El capitán sabrá cómo dar las órdenes apropiadas, y el equipo entenderá a su capitán.

El capitán y su equipo no hacen nada que no sea armónico para el grupo, y de esta manera la totalidad podrá lograr su objetivo. Pero todo esto es el trabajo del capitán.

Me recuerda de Rukyu, el gran maestro del Té, quien acostumbra decir esto sobre la ceremonia del té, “Es en el verano como un soplo de aire fresco; en el invierno es una sensación suave de calidez; el carbón sólo está allí para calentar el agua perfectamente; y el té es solamente para el placer de beberlo.” Le daré un secreto de la ceremonia del té. Si piensa que es algo fácil de crear, le invito a que lo pruebe.

Lo ordinario, lo banal, lo aparentemente fácil y natural de crear en realidad es difícil. Alegrar a un invitado, para aquel que tiene sed, le ofrecemos una taza muy grande con un té bastante débil; para aquel que no tiene tanta sed se le ofrece un té más fuerte pero en poca cantidad y muy caliente. Actuamos así para el placer de nuestros invitados. Se deben seguir los deseos del invitado, y poder percibirlos. La actitud mental es el secreto de la ceremonia del té, es el corazón del maestro de Aikido.

El maestro de Aikido conoce cada uno de los participantes y su sed especial por la sabiduría. Si su técnica es buena, se dedica en mejorarla. Si es mala, continuará a rectificarla. Su acción se unirá con las declaraciones del Maestro del Té, como una sensación placentera de frescura en el verano, o como la sensación suave de calidez en el invierno…