Akira Tohei
8º Dan, Shihan
Jefe Instructor de Midwest Aikido Center (1972-1999)

Entrenamiento de Aikido y la Introspección - Parte 2

Por Akira Tohei, 8° Dan, Shihan


Nota del Editor: Este artículo ha sido reimpreso de USAF Federation News, Volumen 3, Otoño de 1977.

Todas las personas poseen "ki" y "kokoro". Como seres humanos, sin embargo, siempre extender estas dos cosas de forma correcta y utilizarlas correctamente son requerimientos para nosotros. En la búsqueda y aspiración a estas dos cosas, nos disciplinamos en el Aikido. Dado a que el Aikido sigue la ideología de la no-disensión, aquellos que estudian el Aikido deben estar conscientes que un "kokoro" en contención y el conflicto en sí son una vergüenza.

En Aikido, en vez de fuerte o débil, el problema se trata de correcto o incorrecto. Desde un "kokoro" correcto y el pensamiento correcto, los movimientos para técnicas correctas vienen naturalmente. Según la doctrina que la mente controla el cuerpo, se razona que el entrenamiento es el camino que conduce a la perfección humana.

Si uno tiene "kokoro" para la introspección, entonces surge una naturaleza cooperativa. Sin ego, sin sentimientos egoístas, y con la armonía resultante, sí es posible progresar hacia la meta de perfección humana.

El egoísmo abarca muchas cosas—la reprimenda parcial de ser fuertemente terco en sus opiniones; sentir que solamente sus propios pensamientos son los correctos y creer que los otros son completamente malvados; poner la culpa de los fracasos propios a otros; la tendencia de castigar a otros en forma de denunciarlos; tenerle aversión a los caminos indirectos e ir directamente a la meta de uno y por lo tanto omitir pasos en el medio que son válidos; la tendencia de no estar satisfecho hasta que los asuntos no estén completamente resueltos; una desconfianza hacia los seres humanos; una debilidad por las palabras del tipo místico y poner el sentimiento antes de la razón. Quizás las personas con fuertes tendencias de esta naturaleza podrían tener una ventaja sobre otras, pero al final los defectos propios de uno mismo—la afirmación del ego propio y la inhabilidad tendenciosa de acomodar a otros—resulta en una herida fatal y todo recae en sus propias acciones. Esta es una regla solemne que siempre debe ser seguida.

Esto no significa que uno debe tener menos sueños a alcanzar, pero parece que es más sabio bajar el nivel de altísimas demandas sicológicas que solo buscan alcanzar la cima de la montaña. A la larga, esto es lo que une la introspección y la felicidad personal aplica tanto a los individuos como a las naciones.

Se podría decir que las búsquedas comerciales son ingeniosas e inteligentes, dependiendo de los métodos usados, pero tal como son diferentes cada ambiente personal, cada estilo de vida, y cada forma de pensar, también son diferentes las razones, capacidades, y aplicaciones prácticas y métodos para alcanzar el “ki”. Pero por el bien de lo que estamos entrenando, por el bien de lo que Nidai Doshu Kisshomaru Ueshiba accedió a través de rutas legítimas después de la muerte del Fundador del Aikido, Morihei Ueshiba, y no vaya a ser que perdamos todo el valor de preservar el verdadero Aikido, ¿no deberíamos perseverar en la búsqueda del Aikido correcto?

Me acuerdo de las palabras dichas por el Fundador cuando ya tenía bastantes años de vida. Él decía, “aun cuando he llegado a esta edad, todavía no soy perfecto; debo hacer más y más investigación en cosas que las personas jóvenes no conocen.” Yo creo que esto es la máxima dorada, de aquel quien habiendo escogido el camino del entrenamiento, ha pasado por mucha introspección con verdadera humildad.

El camino de entrenamiento y la disciplina es estricto y también largo. Podemos sujetarnos a altas esperanzas si no dejamos de sentirnos satisfechos con pequeñas ambiciones y si no nos detenemos a mitad del camino. Pero un recurso aún mejor es la auto-examinación repetida, que nos permite vivir la vida sin arrepentimientos, consistentes con un estilo de vida correcto y con nuestros roles como aprendiz. Nuestras vidas no se pueden revivir de nuevo. No debemos apurarnos sin ningún propósito ni siquiera por un instante, y debemos ser inquebrantables en el propósito para así no desperdiciar momentos preciosos. En nuestras mentes debe estar muy impreso que despertar “kokoro” para la introspección y redimir nuestra humanidad es algo invalorable para nosotros en el entrenamiento.